jueves, 28 de abril de 2011

Monstruos de la física

ADN

Interacción proteínas

Proteína

 Neurona 
Cuando pensamos en la estética, en las cosas del mundo que se deslizan a través de la Belleza, hacemos referencia en la dicotomía clásica entre la belleza artística - creada por el ser humano- y la belleza natural -creada por la naturaleza-. Cuando observamos un Leonardo, un Manet o un Picasso todos sabemos identificar que pertenencen al ámbito de la estética, independientemente de si producen una conmoción positiva de atracción a nivel individual o colectivo. Sin embargo, a la hora de hablar de la Naturaleza, ha resultado difícil a lo largo de la historia pasar de considerar objeto de la estética aquello que va más allá de lo observable, lo tangible, en suma, lo que es perceptible a través de los sentidos -un paisaje, el mundo animal, las estrellas. Desde que Galileo Galilei trajo con la técnica del telescopio a un plano de cercanía aquello que se encontraba lejano, nuevos campos para la estética pudieron empezar a plantearse: los anillos de Saturno, los agujeros negros, el Big Bang, la implosión..., todo aquello que pertenecía al macrocosmos. Y cuando Anton Van Leeuwenhoek, ducho holandés en las lentes, fabricó el primer microscopio, la belleza de lo imperceptible se transformaba a escala humana, presentando una naturaleza que también podría ser susceptible de belleza: células, proteínas, bacterias, virus...


 
En el momento en que un nuevo ámbito lleno de lugares desconocidos, no percibidos, se presenta al ser humano, nace en ellos lo monstruoso. Aquello de lo que no se sabe bien cómo dibujar su forma, y más en el ámbito de la ciencia, en el que se presupone una necesidad de precisión, se convierte en un lugar en el que nace el monstruo. Es por ello, desde el descubrimiento de lo macroscópico y de lo microscópico a escala humana, que se han ido dibujando hasta hoy día aquellos objetos que pertenecen al territorio que antes pertenecía a la Terra Incognita -como bien señala Ricard V. Solé en "De xarxes i monstres" en Física de l'estètica. Noves fronteres de la ciència, l'art i el pensament, Barcelona, Generalitat de Catalunya, 2006-. Al igual que en la época en la que los viajes no eran algo masivo, y en los que el testimonio del viajero se convertía en algo casi único descriptivo de lo que estaba más allá -bien fuese a través de un mapa cartográfico o de un relato de viajes-, trayendo descripciones reales o ficticias, entre las que se encontraba lo monstruoso, en los ámbitos de lo microscópico, en tanto que no todos tenemos actualmente esas lentes tan potentes de aumento para observar qué es lo que está en ese submundo que compone la Naturaleza, vamos observando los testimonios de aquellos que lo observan, también a su vez desde el estado a caballo aquello que pensamos sea real, común, normal, y aquello que se nos presente a los sentidos como monstruoso. No hay más que ver cuán delicadamente monstruosas son las redes de la complejidad.
Posted by: Nieves Soriano 
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When we think about aesthetics, about the things in the world that are a kind of subjet for Beauty, we make reference ito the classic dilema between the artistic beauty - created by humans- and the natural beauty - created by Nature -. When we observe a Leonardo, a Manet or a Picasso we all know how to identify that they belong to aesthetics, independently if they produce a positive commotion or attraction at an individual or a collective level. Nevertheless, when speaking about Nature, it has been difficult throughout history to consider that what belongs to Nature's beaty is something else appart from what is observable, the tangible, in sum, which is perceivable by senses - a landscape, an animal, the stars. Ever since Galileo Galilei created the telescope, and  could aproximate what was in the distance, new fields for aesthetics could be considered: the Saturn rings, the black holes, the Big Bang, the implosion..., everything what belonged to the macrocosmos. And when Anton Van Leeuwenhoek, a skillful Dutch in lenses, made the first microscope, the beauty of the imperceptible became to a human scale, presenting a nature that also could be susceptible of beauty: cells, proteins, bacteria, virus... In the moment when a new full scope of the Unknown appears to humans, monstruosity comes with it. Where it is not well known how to draw a form is born the monster. Science, in which precision is necessary, becomes an issue where live so many monsters. From the discovery of the Macrocospic and the Microscopic in a human scale, those objects that belonged to the Terra Incognita have been drawn until today- as it indicates Ricard V. Sole' in "De xarxes i monstres" in Física de l'estètica. Noves fronteres de la ciència, l'art i el pensament, Barcelona, Generalitat de Catalunya, 2006 -. Like in the centuries when trips were not something massive, and when the testimony of the traveller became something unique and descriptive of what was placed further on - by cartography or travel litterature, bringing real or fictional descriptions-, where also lived the monster, in the microscopic descriptions, whereas we all do not have those powerful lenses to observe how it that subworld that composes Nature, we are staring at the testimonies of whom they can observe it. And sometimes what appears to us are different typs of monster. It is not necessary anything else but seeing how delicate monster are the networks of the complexity.

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