ADN 
Interacción proteínas 
Proteína 
 Neurona 
Cuando  pensamos en la estética, en las cosas del mundo que se deslizan a  través de la Belleza, hacemos referencia en la dicotomía clásica entre  la belleza artística - creada por el ser humano- y la belleza natural  -creada por la naturaleza-. Cuando observamos un Leonardo, un Manet o un  Picasso todos sabemos identificar que pertenencen al ámbito de la  estética, independientemente de si producen una conmoción positiva de  atracción a nivel individual o colectivo. Sin embargo, a la hora de  hablar de la Naturaleza, ha resultado difícil a lo largo de la historia  pasar de considerar objeto de la estética aquello que va más allá de lo  observable, lo tangible, en suma, lo que es perceptible a través de los  sentidos -un paisaje, el mundo animal, las estrellas. Desde que Galileo  Galilei trajo con la técnica del telescopio a un plano de cercanía  aquello que se encontraba lejano, nuevos campos para la estética  pudieron empezar a plantearse: los anillos de Saturno, los agujeros  negros, el Big Bang, la implosión..., todo aquello que pertenecía al  macrocosmos. Y cuando Anton Van Leeuwenhoek, ducho holandés en las  lentes, fabricó el primer microscopio, la belleza de lo imperceptible se  transformaba a escala humana, presentando una naturaleza que también  podría ser susceptible de belleza: células, proteínas, bacterias,  virus...
En el  momento en que un nuevo ámbito lleno de lugares desconocidos, no  percibidos, se presenta al ser humano, nace en ellos lo monstruoso.  Aquello de lo que no se sabe bien cómo dibujar su forma, y más en el  ámbito de la ciencia, en el que se presupone una necesidad de precisión,  se convierte en un lugar en el que nace el monstruo. Es por ello, desde  el descubrimiento de lo macroscópico y de lo microscópico a escala  humana, que se han ido dibujando hasta hoy día aquellos objetos que  pertenecen al territorio que antes pertenecía a la Terra Incognita -como bien señala Ricard V. Solé en "De xarxes i monstres" en Física de l'estètica. Noves fronteres de la ciència, l'art i el pensament,  Barcelona, Generalitat de Catalunya, 2006-. Al igual que en la época en  la que los viajes no eran algo masivo, y en los que el testimonio del  viajero se convertía en algo casi único descriptivo de lo que estaba más  allá -bien fuese a través de un mapa cartográfico o de un relato de  viajes-, trayendo descripciones reales o ficticias, entre las que se  encontraba lo monstruoso, en los ámbitos de lo microscópico, en tanto  que no todos tenemos actualmente esas lentes tan potentes de aumento  para observar qué es lo que está en ese submundo que compone la  Naturaleza, vamos observando los testimonios de aquellos que lo  observan, también a su vez desde el estado a caballo aquello que  pensamos sea real, común, normal, y aquello que se nos presente a los  sentidos como monstruoso. No hay más que ver cuán delicadamente  monstruosas son las redes de la complejidad.
Posted by: Nieves Soriano 
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When  we think about aesthetics, about the things in the world that are a  kind of subjet for Beauty, we make reference ito the classic dilema  between the artistic beauty - created by humans- and the natural beauty -  created by Nature -. When we observe a Leonardo, a Manet or a Picasso  we all know how to identify that they belong to aesthetics,  independently if they produce a positive commotion or attraction at an  individual or a collective level. Nevertheless, when speaking about  Nature, it has been difficult throughout history to consider that what  belongs to Nature's beaty is something else appart from what is  observable, the tangible, in sum, which is perceivable by senses - a  landscape, an animal, the stars. Ever since Galileo Galilei created the  telescope, and  could aproximate what was in the distance, new fields  for aesthetics could be considered: the Saturn rings, the black holes,  the Big Bang, the implosion..., everything what belonged to the  macrocosmos. And when Anton Van Leeuwenhoek, a skillful Dutch in lenses,  made the first microscope, the beauty of the imperceptible became to a  human scale, presenting a nature that also could be susceptible of  beauty: cells, proteins, bacteria, virus... In the moment when a new  full scope of the Unknown appears to humans, monstruosity comes with it.  Where it is not well known how to draw a form is born the monster.  Science, in which precision is necessary, becomes an issue where live so  many monsters. From the discovery of the Macrocospic and the  Microscopic in a human scale, those objects that belonged to the Terra Incognita have been drawn until today- as it indicates Ricard V. Sole' in "De xarxes i monstres" in Física de l'estètica. Noves fronteres de la ciència, l'art i el pensament,  Barcelona, Generalitat de Catalunya, 2006 -. Like in the centuries when  trips were not something massive, and when the testimony of the  traveller became something unique and descriptive of what was placed  further on - by cartography or travel litterature, bringing real or  fictional descriptions-, where also lived the monster, in the  microscopic descriptions, whereas we all do not have those powerful  lenses to observe how it that subworld that composes Nature, we are  staring at the testimonies of whom they can observe it. And sometimes  what appears to us are different typs of monster. It is not necessary  anything else but seeing how delicate monster are the networks of the  complexity.
 



 
 
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